El suelo es muy complejo; no es un material inerte que provee simplemente elementos minerales a las plantas y les da soporte físico a sus raíces. Un suelo saludable está vivo y dinámico. Se dinamiza con bacterias, hongos, mohos, levaduras, protozoarios, algas, nemátodos, lombrices, insectos, ácaros, colémbolos, ciempiés y otros organismos diminutos que viven generalmente en su capa superficial y van cambiando su población de acuerdo la profundidad y disponibilidad de aire y nutrientes.